Año 2009, funcionaban en La Habana las fiestas para
GAYS, de manera clandestina. La noticia corría de boca en boca y para suerte
mía, mi amigo Violeta sabía de ellas o averiguaba dónde se hacían. Casi siempre
perseguíamos al Divino, en mi opinión el mejor proyecto que mueve a la
comunidad.
En una de las fiestas a las que salimos (ya
llevaba un récord para aquel entonces de 2 meses saliendo fin de semana tras
fin de semana sin excepción, cada Viernes y Sábado) coincidimos con este amigo
de mi amigo (desde ahora será “Haila”) y pues, ya tenía confirmado por Violeta
que yo era igual que ellos, que teníamos intereses en común y le había
advertido que iría a la fiesta. En todo momento supe que conocería a Haila,
simplemente como un conocido más para mí. Resultó que los planes de mi amigo
eran otros, porque según él nos íbamos a gustar. No estaba mal, así fue. Cuando
nos presentó, todo fue en plan “amigos”, era cuestión de que pasara la noche y
ver el resultado esperado por mi amigo.
La fiesta estaba buena, como acostumbra.
Nosotros hacíamos lo que todo el mundo hace, “fletear”. Caminábamos de un lado
a otro de la fiesta, Violeta, yo y detrás de mí Haila con sus manos alrededor
de mi cintura. Ahh faltaba decir que él tenía pareja y se encontraba en la
fiesta también, su relación era un tanto abierta, lo suficiente como para
permitir que ocurriera lo que estaba ocurriendo, es que según tenía entendido
ellos estaban a punto de terminar, pobre ingenuo de mí que me creía eso. Pero
era permisible para mí, el hecho de ser ingenuo, puesto a que estaba entrando
en este mundo y la verdad que estaba deslumbrado con tantas cosas que en lo que
menos me preocupaba era en pensar, simplemente participaba en cuanta situación
se me antepusiera, siempre y cuando fuera de mi agrado, claro está.
Bailamos, nos reímos y en un momento nos
besamos, y a partir desde ese momento y durante toda la noche, era lo que iba a
funcionar, él y yo, descargaríamos en esa fiesta. Recuerdo que era en una
especie de bodega abandonada que hay en una de las calles de la Habana Vieja, espacio
muy bueno para este tipo de actividades la verdad, con el debido toque
arquitectónico y de gusto, pudiera llegar a ser un gran sitio de ocio.
A escondidas nos besábamos y esa situación
de él, me causaba (tengo que admitirlo) un gran morbo. La noche entera funcionó
así, entre miradas insinuantes, besos escondidos y momentos hasta cierto punto
románticos. Lamentablemente la noche estaba llegando a su fin, pero para nada
acabaría el hecho de que nosotros siguiésemos lo que en la fiesta había
iniciado. Cada quien a su casa, pero Haila quiso acompañarme, y yo ni chisté.
Nos subimos a un carro y nos quedamos en la parada cerca de mi casa, una vez
ahí sin mirar a ninguna parte se lanzó y me besó, aquello me dejó loco, fue
toda una sorpresa bien arriesgada y comprometedora. Estaba cerca de mi casa y
por ende cualquier persona podía reconocerme. Nos sentamos en los asientos de
la parada, de hecho fue en el espaldar de uno de los asientos. Desde ahí se tenía
mejor visibilidad.
Comenzamos a besarnos y a tocarnos, puso su
mano derecha en mi barriga y de arriba hacia abajo la movía acariciándome. Eso
facilitó que me fuera excitando más y más. Me besaba de un modo distinto al que
conocía hasta ese entonces, puesto a que prácticamente mi boca quedaba dentro
de la suya. Su mano seguía de traviesa tocando todo mi cuerpo, de la cara pasó
sin más a mi pantalón, desde cualquier sitio se podía ver que lo que este
escondía estaba ansioso de salir y él lo ayudó.
Continuamos besándonos, yo solo le agarraba
su cara, para que besarlo me fuera fácil, sin embargo, él ya había zafado el
pantalón y solo faltaba apartar el calzoncillo que separaba su mano de mi pene.
Así lo hizo, de una vez y por todas, estaba completamente fuera y él lo
sostenía, lo acariciaba de abajo hacia arriba, me masturbaba a la vez que nos
besábamos. Mientras más tiempo pasaba, más me adentraba en la situación y menos
me importaba el sitio en donde estaba.
Dejó de besarme, y con su otra mano levantó
mi pullover y me acarició lentamente. Mis tetillas estaban a mil, así como mi
pene erecto que de tanto que estaba ya creía que se partiría. Se me acercó y
empezó a darme besos en el pecho, tiré mi cabeza hacia atrás en respuesta a esa
sensación tan rica que se tiene. Siguió besándome, pero cada vez bajaba más y
más, hasta que se introdujo a mi “pepito” en su boca, y comenzó a hacerme sexo
oral. Mientras saboreaba mi pene, gemía, haciéndome saber que le gustaba lo que
estaba haciendo. De arriba hacia abajo, de un lado a otro y en todas las formas
habidas y por haber saboreó a pepito. Le pedí que se detuviera para
desabrocharle su pantalón, y comenzar yo a masturbarlo, sin pensarlo y sin
demorar, se la sacó y la puso en mi mano. Válgame Dios!!! Que pieza tan majestuosa
la que en mis manos tenía, aquello daban ganas de comérselo, pero en aquellos
momentos no hacía más que tocar, no ponía nada en mi boca, de lo que me perdí.
Sin dudarlo le masturbé y a la vez él a mí, estábamos a gusto haciendo solo
eso. Mientras nos lo hacíamos, nos besábamos y nos acercábamos cada vez más al
momento del placer extremo, hasta que por fin “la venida”. No sabría explicar
cuanto se derramó en aquellos asientos, hasta el suelo llegó un chorro suyo,
cuanta delicia. Cada quien se puso la ropa correctamente y antes de irme a casa
me dice: ¿No me piensas dar tu número de
teléfono? Me sonreí y le dije: pensé
que esto iba a quedar así, gracias a Dios que me lo pediste, anota. Nos dijimos adiós y chirrín chirrán por esa
noche.
Acababa de empezar una relación sin saberlo
ambos, desde ese entonces nos veíamos con más frecuencia, hablábamos
diariamente, nos dábamos explicaciones, en fin, nos hicimos casi novios. Nos
veíamos en donde tuviéramos oportunidad, en las fiestas principalmente, con los
amigos. En una ocasión que me quedé solo en casa, pues ni mi madre ni mi abuela
estaban, le pedí que pasara esa noche conmigo y así fue. Otra experiencia que
tuve con él fue en mi trabajo, trabajaba 24x72 en una escuela, y uno de esos
días que me tocó trabajar, le pedí que se quedara conmigo, y pasamos una noche
estupenda. La idea de tener una relación con él me parecía bien, más que bien,
genial, pero no era para mí, ni para nadie en ese momento, en su mente solo
había un propósito y yo lo sabía, pero quise intentar algo que, si bien no fue
como yo hubiese querido, al menos me sirvió para vivir muchas cosas más bajo su
tutela. Hoy en día no está acá en Cuba y desde la distancia mantenemos nuestra
amistad, una amistad que una vez fue fiesta, amigos, sexo y más.
No cogí esos tiempos de clandestinaje, pero me hubiese gustado sentir esa emoción, de lo prohibido...Wow, pero tu eres demasiado fuerte...Bravo!!!, gracias una vez más por compartir tus historias!!!
ResponderEliminartu como siempre, alabao, que pasado mas bien pasado tu has tenido uffffff
ResponderEliminar