martes, 8 de octubre de 2013

Fiesta, amigos, sexo y más.


Año 2009, funcionaban en La Habana las fiestas para GAYS, de manera clandestina. La noticia corría de boca en boca y para suerte mía, mi amigo Violeta sabía de ellas o averiguaba dónde se hacían. Casi siempre perseguíamos al Divino, en mi opinión el mejor proyecto que mueve a la comunidad.
En una de las fiestas a las que salimos (ya llevaba un récord para aquel entonces de 2 meses saliendo fin de semana tras fin de semana sin excepción, cada Viernes y Sábado) coincidimos con este amigo de mi amigo (desde ahora será “Haila”) y pues, ya tenía confirmado por Violeta que yo era igual que ellos, que teníamos intereses en común y le había advertido que iría a la fiesta. En todo momento supe que conocería a Haila, simplemente como un conocido más para mí. Resultó que los planes de mi amigo eran otros, porque según él nos íbamos a gustar. No estaba mal, así fue. Cuando nos presentó, todo fue en plan “amigos”, era cuestión de que pasara la noche y ver el resultado esperado por mi amigo.
La fiesta estaba buena, como acostumbra. Nosotros hacíamos lo que todo el mundo hace, “fletear”. Caminábamos de un lado a otro de la fiesta, Violeta, yo y detrás de mí Haila con sus manos alrededor de mi cintura. Ahh faltaba decir que él tenía pareja y se encontraba en la fiesta también, su relación era un tanto abierta, lo suficiente como para permitir que ocurriera lo que estaba ocurriendo, es que según tenía entendido ellos estaban a punto de terminar, pobre ingenuo de mí que me creía eso. Pero era permisible para mí, el hecho de ser ingenuo, puesto a que estaba entrando en este mundo y la verdad que estaba deslumbrado con tantas cosas que en lo que menos me preocupaba era en pensar, simplemente participaba en cuanta situación se me antepusiera, siempre y cuando fuera de mi agrado, claro está.
Bailamos, nos reímos y en un momento nos besamos, y a partir desde ese momento y durante toda la noche, era lo que iba a funcionar, él y yo, descargaríamos en esa fiesta. Recuerdo que era en una especie de bodega abandonada que hay en una de las calles de la Habana Vieja, espacio muy bueno para este tipo de actividades la verdad, con el debido toque arquitectónico y de gusto, pudiera llegar a ser un gran sitio de ocio.
A escondidas nos besábamos y esa situación de él, me causaba (tengo que admitirlo) un gran morbo. La noche entera funcionó así, entre miradas insinuantes, besos escondidos y momentos hasta cierto punto románticos. Lamentablemente la noche estaba llegando a su fin, pero para nada acabaría el hecho de que nosotros siguiésemos lo que en la fiesta había iniciado. Cada quien a su casa, pero Haila quiso acompañarme, y yo ni chisté. Nos subimos a un carro y nos quedamos en la parada cerca de mi casa, una vez ahí sin mirar a ninguna parte se lanzó y me besó, aquello me dejó loco, fue toda una sorpresa bien arriesgada y comprometedora. Estaba cerca de mi casa y por ende cualquier persona podía reconocerme. Nos sentamos en los asientos de la parada, de hecho fue en el espaldar de uno de los asientos. Desde ahí se tenía mejor visibilidad.
Comenzamos a besarnos y a tocarnos, puso su mano derecha en mi barriga y de arriba hacia abajo la movía acariciándome. Eso facilitó que me fuera excitando más y más. Me besaba de un modo distinto al que conocía hasta ese entonces, puesto a que prácticamente mi boca quedaba dentro de la suya. Su mano seguía de traviesa tocando todo mi cuerpo, de la cara pasó sin más a mi pantalón, desde cualquier sitio se podía ver que lo que este escondía estaba ansioso de salir y él lo ayudó.
Continuamos besándonos, yo solo le agarraba su cara, para que besarlo me fuera fácil, sin embargo, él ya había zafado el pantalón y solo faltaba apartar el calzoncillo que separaba su mano de mi pene. Así lo hizo, de una vez y por todas, estaba completamente fuera y él lo sostenía, lo acariciaba de abajo hacia arriba, me masturbaba a la vez que nos besábamos. Mientras más tiempo pasaba, más me adentraba en la situación y menos me importaba el sitio en donde estaba.
Dejó de besarme, y con su otra mano levantó mi pullover y me acarició lentamente. Mis tetillas estaban a mil, así como mi pene erecto que de tanto que estaba ya creía que se partiría. Se me acercó y empezó a darme besos en el pecho, tiré mi cabeza hacia atrás en respuesta a esa sensación tan rica que se tiene. Siguió besándome, pero cada vez bajaba más y más, hasta que se introdujo a mi “pepito” en su boca, y comenzó a hacerme sexo oral. Mientras saboreaba mi pene, gemía, haciéndome saber que le gustaba lo que estaba haciendo. De arriba hacia abajo, de un lado a otro y en todas las formas habidas y por haber saboreó a pepito. Le pedí que se detuviera para desabrocharle su pantalón, y comenzar yo a masturbarlo, sin pensarlo y sin demorar, se la sacó y la puso en mi mano. Válgame Dios!!! Que pieza tan majestuosa la que en mis manos tenía, aquello daban ganas de comérselo, pero en aquellos momentos no hacía más que tocar, no ponía nada en mi boca, de lo que me perdí. Sin dudarlo le masturbé y a la vez él a mí, estábamos a gusto haciendo solo eso. Mientras nos lo hacíamos, nos besábamos y nos acercábamos cada vez más al momento del placer extremo, hasta que por fin “la venida”. No sabría explicar cuanto se derramó en aquellos asientos, hasta el suelo llegó un chorro suyo, cuanta delicia. Cada quien se puso la ropa correctamente y antes de irme a casa me dice: ¿No me piensas dar tu número de teléfono? Me sonreí y le dije: pensé que esto iba a quedar así, gracias a Dios que me lo pediste, anota.  Nos dijimos adiós y chirrín chirrán por esa noche.
Acababa de empezar una relación sin saberlo ambos, desde ese entonces nos veíamos con más frecuencia, hablábamos diariamente, nos dábamos explicaciones, en fin, nos hicimos casi novios. Nos veíamos en donde tuviéramos oportunidad, en las fiestas principalmente, con los amigos. En una ocasión que me quedé solo en casa, pues ni mi madre ni mi abuela estaban, le pedí que pasara esa noche conmigo y así fue. Otra experiencia que tuve con él fue en mi trabajo, trabajaba 24x72 en una escuela, y uno de esos días que me tocó trabajar, le pedí que se quedara conmigo, y pasamos una noche estupenda. La idea de tener una relación con él me parecía bien, más que bien, genial, pero no era para mí, ni para nadie en ese momento, en su mente solo había un propósito y yo lo sabía, pero quise intentar algo que, si bien no fue como yo hubiese querido, al menos me sirvió para vivir muchas cosas más bajo su tutela. Hoy en día no está acá en Cuba y desde la distancia mantenemos nuestra amistad, una amistad que una vez fue fiesta, amigos, sexo y más.

2 comentarios:

  1. No cogí esos tiempos de clandestinaje, pero me hubiese gustado sentir esa emoción, de lo prohibido...Wow, pero tu eres demasiado fuerte...Bravo!!!, gracias una vez más por compartir tus historias!!!

    ResponderEliminar
  2. tu como siempre, alabao, que pasado mas bien pasado tu has tenido uffffff

    ResponderEliminar